¿Cómo podemos afrontar problemas existenciales y mantener una actitud positiva al mismo tiempo? Abigail Herron nos habla de las sencillas medidas que se pueden adoptar para motivar el cambio y evitar el agotamiento.
Lea este artículo para comprender:
- Que observar el mundo desde el prisma de las finanzas sostenibles puede ser agotador
- Que el progreso hacia la consecución de los objetivos globales es alentador ante la adversidad
- Que los avances legislativos en materia climática y de capital natural, así como los compromisos institucionales, contribuyen a mejorar la gestión de las empresas participadas
Este verano ha hecho calor, mucho calor. Las interesantes propuestas de la prensa y los diarios para aprovechar al máximo el periodo estival no han servido para levantar el ánimo de los trabajadores centrados en las cuestiones relacionadas con el clima y la biodiversidad. ¿Cómo se disfruta de un día de playa o de un delicioso helado sabiendo que, de seguir así, habrá millones de refugiados climáticos y que las altas temperaturas están diezmando las poblaciones de insectos polinizadores?
Estos son algunos de los dilemas fundamentales a los que se enfrentan aquellos que trabajan en las finanzas sostenibles. La población mundial está agotada por la pandemia de COVID-19, y la aparición de un nuevo conflicto trágico y costoso no ha hecho más que agravar la situación. Sin embargo, no son los únicos quebraderos de cabeza para los especialistas ESG. Se nos acumula el trabajo: surgen nuevos problemas más difíciles de abordar, nuevas normativas y un arsenal de parámetros que analizar, y las responsabilidades siguen aumentando.
En este contexto, las finanzas sostenibles acaparan cada vez más miradas. Tanto los inversores y los administradores de activos como las ONG, otros grupos de interés y los legisladores quieren tener más datos sobre los mecanismos de control que implementan las empresas participadas, más pruebas sobre el impacto y más información acerca de las posibles repercusiones en los resultados. Son muchos los que quieren incorporar la sostenibilidad a sus procesos, pero, cuando manifiestan sus intenciones al respecto, corren el riesgo de recibir acusaciones de "greenwashing". Por tanto, hay que lidiar con muchos factores a la vez.
El agotamiento es más que evidente. Resulta imposible ignorar el estado en el que está el planeta cuando vamos al parque y lo vemos convertido en un desierto sin vegetación o cuando paseamos por la calle y notamos el impacto de los problemas ESG en las cadenas de suministro de los comercios. ¿Cómo vamos a disfrutar entonces de momentos de paz y tranquilidad junto a nuestros seres queridos? Es un sentimiento que va más allá del estrés que supone una vida ajetreada. Ser conscientes de la precariedad del mundo puede generar desánimo, frustración e, incluso, desesperación.
Son tres los aspectos que caracterizan este tipo de agotamiento: el cansancio extremo, el cinismo y la ineficacia. El cansancio inhibe dos habilidades fundamentales en el ámbito de la sostenibilidad: la concentración y la capacidad de ver las cosas con perspectiva. La rutina y las tareas que antes nos satisfacían nos parecen imposibles de completar. El cinismo se manifiesta cuando sentimos desapego y rechazo hacia nuestros propios proyectos y nuestro trabajo, en lugar de colaborar y tener una conducta positiva. Y lo peor es que esta actitud se contagia. Por su parte, la ineficacia nos paraliza y merma dramáticamente la productividad; nos hace sentir constantemente que alcanzar el éxito es imposible.
Cada persona tiene unas responsabilidades muy concretas
La buena noticia es que hay maneras de acabar con el problema. En primer lugar, reconocer que cada persona tiene unas responsabilidades muy concretas es un gran paso para avanzar hacia una vida mejor para todos.
Encontrar el equilibrio es fundamental. Para lograrlo, es posible que debamos dedicar tiempo a compartir y analizar esos sentimientos difíciles con otras personas que sepan sobre el tema. Quizás debamos optar por un horario laboral flexible y dedicar tiempo a relajarnos, además de a hacer otras tareas. Es decir, que diferenciemos entre el tiempo de ocio y el que podemos invertir en otros proyectos. Por ejemplo, que los padres puedan concentrarse en sus hijos, que las personas con otros a su cargo puedan dedicarse a ellos y que los individuos con afán de orientar a otros puedan desarrollar su labor.
Fundirnos con la naturaleza también nos permite ver las cosas con perspectiva, como ya aprecian muchos de los que trabajan en este ámbito. La tranquilidad de dar un paseo, especialmente si es en compañía de nuestro perro; el frescor de nadar en mitad de la naturaleza o el discreto estoicismo de los árboles son terapéuticos, y tenemos que esforzándonos al máximo para que todo el mundo pueda disfrutar de sus beneficios. Sin duda, lo lógico es integrarlos en nuestra rutina diaria siempre que sea posible.
También merece la pena reparar en el impacto de este cambio de roles a largo plazo. Al principio, los cambios suelen ser graduales: vamos logrando pequeñas conquistas que se van acumulando y que contribuyen a crear una dinámica. Después, sin darnos cuenta, alcanzamos un punto de inflexión y nuestra vida cambia. No debemos olvidarlo cuando los problemas nos parezcan un mundo, la jornada laboral se nos haga eterna y sintamos que el progreso va a paso de tortuga.
El proceso de cambio afecta a distintos frentes
Lo mejor, por tanto, es centrarse en celebrar las victorias. El proceso de cambio afecta a distintos frentes y, por tanto, se ve reflejado en diversos aspectos.
Por ejemplo, la agenda legislativa en torno a la cuestión climática está cambiando. En 2022, el Gobierno de EE. UU. ha anunciado un programa con el que destinará 375 000 millones de dólares a combatir el cambio climático1; mediante el plan REPowerEU, la Unión Europea se compromete a reducir más rápido su dependencia de los combustibles fósiles2, y los parlamentarios británicos exigen al Gobierno más rigor y transparencia en relación con los planes de cero emisiones netas del país3. Nadie garantiza que todas las promesas se vayan a cumplir, pero no hay duda de que la ambición crece, y es de agradecer que se preste tanta atención al objetivo final.
En general, ahora también somos más conscientes de la necesidad de reparar la pérdida de biodiversidad. En el Reino Unido, se está valorando implementar un objetivo de carácter legal y obligatorio para revertir la pérdida de la naturaleza para 20304, y la relevancia mediática que están adquiriendo la agricultura regenerativa y la recuperación de la naturaleza es una señal inequívoca de que el mensaje está calando. Es cierto que estas iniciativas no son muy ambiciosas, pero lo más importante es que, en la lucha contra la crisis climática, vayamos todos a una. El siguiente paso es garantizar que los principios generales quedan debidamente reflejados en nuestros sistemas agrícolas y de planificación.
Todavía estamos a tiempo de implementar medidas en los centros sanitarios y en el sector agrícola
Por otro lado, es alentador que cada vez haya más gestores de activos e inversores preocupados por garantizar que las empresas en sus carteras gestionen más sensatamente los valiosos antibióticos de la medicina moderna. Y es, sin duda, una medida muy oportuna: a pesar de que el COVID-19 sea una enfermedad viral, los informes sugieren que el riesgo de resistencia antimicrobiana ha aumentado. Muchos pacientes de COVID-19 han recibido tratamientos con antibióticos para evitar otras infecciones, pero la gestión inadecuada de estos medicamentos fundamentales acarreará consecuencias fatales en el futuro. Todavía estamos a tiempo de implementar medidas en los centros sanitarios y en el sector agrícola (cuyos problemas son mayores si cabe) para prepararnos ante el avance de la resistencia microbiana.
Todos y cada uno de estos ejemplos ponen de manifiesto lo importante que es querer mejorar las cosas. No podemos ignorar que hay problemas muy profundos en numerosas parcelas de nuestra economía global, ni que el conflicto actual seguramente posponga aún más la toma de decisiones. No obstante, la sensación de que el problema es urgente se palpa en el ambiente, y eso es algo valioso que hay que aprovechar.
La sensación de que el problema es urgente se palpa en el ambiente, y eso es algo que hay que aprovechar
Velar por las finanzas suma, no resta; las perspectivas pueden resultar abrumadoras, pero no debemos perder la esperanza si queremos pasar a la acción con la energía y la motivación necesarias para lograr un futuro mejor. Mientras el cambio se consolida a gran escala, nos queda el consuelo de motivar, de manera individual, cambios vitales en los sistemas que conforman las economías y las sociedades.