En este artículo, analizamos por qué los inversores en Deuda de los Mercados Emergentes deberían asegurarse de medir y supervisar constantemente el riesgo geopolítico.
Lea este artículo para comprender:
- La escalada del riesgo geopolítico en los últimos años
- La resiliencia que aportan los análisis del riesgo geopolítico a las carteras de Deuda de los ME
- La increíble relevancia de la gestión activa en este contexto
Cada año, miles de personas se desplazan a Washington D. C. para asistir a las reuniones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en las que se dan cita algunos de los principales dirigentes globales, inversores y ejecutivos, con perfiles muy distintos. Mientras los periodistas sudan tinta tratando de conseguir declaraciones, fuera del recinto elegido suelen agitarse pancartas contra la globalización.
En la Reunión Anual de este octubre, es probable que las previsiones de crecimiento global y la política monetaria ocupen un lugar preferente en la agenda, pero no serán las únicas. Entre conferenciantes y aficionados, otra cuestión también reviste mucha importancia: la geopolítica.
El riesgo geopolítico está en aumento, al igual que su impacto sobre economías y mercados. Da la impresión de que el periodo de relativa estabilidad que comenzó con la caída del Muro de Berlín ha terminado, como demuestran las tensiones entre potencias como EE. UU. y China, y los conflictos abiertos en Ucrania y Oriente Medio.
Sin embargo, la geopolítica no solo analiza los conflictos, sino que engloba los cambios en los flujos de capitales y su uso estratégico con fines políticos. Según los expertos en relaciones internacionales, la era del liderazgo occidental está dejando paso a un mundo más fluido y “multipolar”.
Para los inversores en los mercados emergentes (ME), estas tendencias conllevan serias implicaciones: si el riesgo geopolítico crece, pueden caer los volúmenes de inversión y los precios de los activos, y darse crisis en países que dependan en gran medida del normal funcionamiento de los flujos comerciales y del acceso a los mercados de capitales.1 Pese a todo, si los inversores en Deuda de ME aprenden a gestionar y supervisar el riesgo geopolítico, podrían fortalecer sus carteras y, quizá, detectar nuevas oportunidades.
Cómo medir el riesgo geopolítico
Dado que en este ámbito cada parte trata de anticiparse a la otra, hay un gran componente estratégico, y podría parecernos una titánica partida de ajedrez. Sin embargo, la geopolítica no es un juego y no deja margen para el error.
La geopolítica no es un juego y no deja margen para el error
Pongamos el caso de la guerra comercial entre EE. UU. y China: los aranceles y las contramedidas de los últimos años no solo han perjudicado al comercio entre ambas potencias, sino que han afectado a otras economías que dependen de ellas. En concreto, la industria de los semiconductores puede ser especialmente sensible a los cambios en las relaciones comerciales, dado su complejo entramado de cadenas de suministro en el este de Asia.
Del mismo modo, las sanciones económicas pueden desatar una huida de capitales, reducir el acceso de los países a los mercados financieros internacionales y menoscabar el valor de su deuda. Por ejemplo, cuando EE. UU. sancionó a ciertas entidades turcas después de que Turquía adquiriese un sistema ruso de defensa antimisiles, la volatilidad entre diferenciales se disparó, y durante 2018 los diferenciales de la deuda pública turca se ampliaron cerca de 200 puntos básicos.2
Hay formas de calibrar, contextualizar y supervisar el riesgo geopolítico
Afortunadamente, hay formas de calibrar, contextualizar y supervisar el riesgo geopolítico. Los economistas Dario Caldara y Matteo Iacoviello han desarrollado el Índice de Riesgos Geopolíticos (abreviado como GPR), que se basa en los resultados conseguidos al hacer búsquedas textuales con términos clave como “crisis”, “terrorismo” y “guerra” en un corpus de artículos de los principales periódicos, recopilados durante décadas.
El índice toma 1985 como fecha de partida e integra dos componentes generales, un índice de eventos geopolíticos y otro de amenazas geopolíticas (véase la figura 1). Mientras que uno de ellos se centra en las “amenazas” de una acción militar o un atentado terrorista, el otro refleja los “eventos” en los que se han materializado. En el índice GPR se pueden ver claramente los picos correspondientes a la Guerra del Golfo, el bloqueo soviético a Lituania en respuesta a la declaración de independencia de este país báltico, los atentados del 11 de septiembre de 2001 o la invasión rusa de Ucrania.
Figura 1: Geopolitical Risk Index, 1985-2024
Source: Source: Aviva Investors, Macro bond. Data as of July 2024.
Para evaluar el impacto histórico del riesgo geopolítico y su posible efecto futuro sobre los diferenciales, en el equipo de Deuda de ME de Aviva Investors cotejamos este índice con otro similar que registra los titulares de prensa relacionados con la incertidumbre en términos de política monetaria de veinte países y, a continuación, contrastamos los datos con el diferencial del JPMorgan EMBI Global Diversified Sovereign Index. Con este proceso, hemos conseguido sacar a la luz patrones de lo más interesantes.
Los diferenciales de Deuda de los ME suelen ampliarse ligeramente antes de una “amenaza” geopolítica o al mismo tiempo, pero no tanto en respuesta a un “evento”. Por lo general, se detectan dos picos: el primero cuando se formula una amenaza por primera vez y el segundo pocos meses después, en función del nivel de incertidumbre económica provocada por una acción o una medida política determinadas, como durante la escalada de la guerra comercial entre EE. UU. y China en 2018.
Figura 2: Geopolitical risks and spreads, 2009-2024
Source: Source: Aviva Investors, Macro bond. Data as of July 2024.
No es sorprendente que los diferenciales suelan ampliarse al máximo en periodos de “mayor incertidumbre”. En dichos momentos, los inversores pueden aprovechar los errores de valoración en el mercado, especialmente en lo que respecta a los emisores más sólidos. Pese a la hipotética caída de sus bonos durante una oleada generalizada de ventas, sería poco probable que la situación dañase sus fundamentales y podrían resistir a largo plazo.
Cómo construir carteras resistentes
Si los inversores quieren seguir de cerca estos eventos y ser capaces de mitigar los riesgos al instante y aprovechar las oportunidades, necesitan comprender en profundidad las fuerzas políticas de los países en su universo de inversión y disponer del margen de maniobra que ofrece la gestión activa.
Para entender todas las facetas del presente escenario geopolítico, no basta con analizar encuestas de opinión y leer los comentarios más populares
Para entender todas las facetas del presente escenario geopolítico, no basta con analizar encuestas de opinión y leer los comentarios más populares, sino que hay que considerar cada país dentro de su contexto histórico, sopesar sus alianzas políticas y económicas actuales y ser conscientes de las expectativas de los ciudadanos. Combinando esta información con parámetros fiscales y económicos más tradicionales es posible cuantificar el impacto potencial de los eventos geopolíticos en los mercados de deuda, así como el perfil de rentabilidad de una inversión; es decir, entender si ciertos riesgos valen o no la pena.
Además, en una evaluación seria del riesgo geopolítico es imprescindible supervisar los principales acontecimientos políticos y contemplar los escenarios posibles. También puede ser útil visitar un país en el que se invierte para conocer de primera mano a sus dirigentes y otras autoridades, y entender las capacidades de reacción de un Gobierno. Otra opción es acudir a eventos internacionales como las reuniones del Banco Mundial o el FMI, que ofrecen oportunidades para tratar con algunos de los principales responsables en mercados clave.
Para asimilar el grado en que los riesgos geopolíticos pueden influir en las previsiones y los fundamentales nacionales, no hay mejor ejemplo que Polonia. Hace poco, uno de los miembros de nuestro equipo de Deuda de ME volvió de un viaje a este país y pudo constatar el enorme peso de la geopolítica en las decisiones de sus gobernantes. Para Polonia, nada es más importante que garantizar la seguridad nacional, dada su proximidad al conflicto entre Rusia y Ucrania. Por eso, no es extraño que su gasto en defensa se haya multiplicado y llegado a representar el 4% de su PIB en los últimos tiempos, duplicando el porcentaje de entre el 2 y el 2,5% estipulado por el objetivo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Es decir, comprender el contexto geopolítico es crucial para hacer previsiones fiscales, monetarias y de otros ámbitos macroeconómicos.
Los inversores deberían llevar sus procesos de debida diligencia a un marco global
Sin embargo, los inversores deberían llevar sus procesos de debida diligencia a un marco global y considerar la evolución de las relaciones y alianzas comerciales que pueden determinar el futuro de un país.
Si buscamos un ejemplo reciente de cómo pueden aprovecharse los recursos financieros para reforzar alianzas entre países, podemos fijarnos en los Emiratos Árabes Unidos, que aportaron 35.000 millones de dólares a Egipto como parte de un acuerdo de promoción inmobiliaria en la costa mediterránea.3 Después del anuncio, la deuda egipcia se revalorizó más de un 30% entre febrero y marzo de este año, según datos de Bloomberg.
Pero este no ha sido el único acuerdo de los EAU, que también han accedido a liquidar las transacciones de petróleo con la India en rupias. Por pequeño que parezca actualmente este pacto, denota la creciente voluntad de ambas naciones de comerciar usando sus respectivas monedas según el caso; al menos, mientras no desajusten sus balanzas comerciales.4
En la misma línea, cada vez hay más bancos centrales que están diversificando sus reservas y alejándose del dólar, en pro de activos como el oro, lo que pone de manifiesto la evolución de las dinámicas comerciales y las consecuencias del auge del nacionalismo. Este tipo de cambios están haciendo que el escenario global sea más complejo, volátil y, en esencia, más impredecible.
La importancia de la inversión activa
Para reflejar correctamente las tendencias y los matices geopolíticos en las carteras de deuda, es imprescindible la gestión activa.
La inversión pasiva no es adecuada en un entorno geopolítico tan volátil e incierto como el actual, porque los índices de referencia suelen sobreponderar a los países o las empresas que han cosechado el éxito en el pasado y que, tradicionalmente, han emitido grandes volúmenes de deuda, por lo general a bajos tipos de interés.
La inversión pasiva no es adecuada en un entorno político tan volátil e incierto como el actual
El aumento en el número de países del Consejo de Cooperación del Golfo (compuesto por Baréin, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudí y los EAU) que integran los índices JPM-EMBI después de su inclusión en 2018 ilustra perfectamente este sesgo. Pese a que estas naciones emiten algunos de los valores de deuda más sólidos en los mercados emergentes, asignar capital de forma pasiva a la región podría no ser prudente, teniendo en cuenta los actuales diferenciales.
Por el contrario, hay países que, aunque representen una menor parte del índice, pueden ofrecer diferenciales más atractivos (véase la figura 3). Asimismo, podrían estar mejor posicionados para beneficiarse del aumento de la demanda de oro o de cualquier cambio en las alianzas regionales durante los meses y años venideros.
Los riesgos geopolíticos están en constante evolución, y la situación de un país puede trastocarse rápidamente. Por eso, es importante mantenerse muy al día del estado de la geopolítica y recalibrar las exposiciones al riesgo, ya sea para reequilibrar una cartera en respuesta a la aparición de riesgos imprevistos o para aprovechar nuevas oportunidades, analizando en tiempo real los distintos acontecimientos.
Figura 3: EM debt spreads versus index weighting
Note: Each colour represents a region.
Source: Source: Aviva Investors, JP Morgan, Bloomberg. Data as of August 2024.
Para compensar la mayor complejidad y alcance de los riesgos geopolíticos, los inversores deben integrar el análisis de estas cuestiones en sus procesos de inversión y considerar las cambiantes dinámicas de poder a nivel global, las relaciones comerciales y la inestabilidad política, en lugar de limitarse a supervisar los parámetros tradicionales.
Con un enfoque activo, sin duda serán capaces de actuar cuando las piezas empiecen a moverse por este enorme tablero de ajedrez.