Ante los avances de la inteligencia artificial y los riesgos cada vez mayores de guerras comerciales y crisis energéticas, 2025 se perfila como un año de grandes cambios. A continuación se exponen cinco tendencias clave que todo inversor debe tener en cuenta para no quedarse atrás.
Lea este artículo para comprender:
- Cómo se está fragmentando el comercio internacional y qué supone para las economías y las cadenas de suministro
- Por qué los bancos centrales no están coordinados y dónde están las oportunidades
- Cómo el auge tecnológico está disparando la demanda de energía y transformando las infraestructuras del futuro
Los primeros 25 años del siglo han demostrado que el mundo es de todo menos predecible. En lugar del “dividendo de la paz” que muchos esperaban, hemos visto estallar guerras en Oriente Medio y Europa. Aunque aún no hayamos visto los coches voladores ni los robots que imaginábamos, la era de la información ha transformado nuestras vidas.
El auge de la globalización ha dado paso a un aumento de los aranceles y las restricciones comerciales. En China, hemos observado cómo su economía se disparaba, aunque nunca llegó a superar a la estadounidense, y tal vez nunca lo haga. Por otro lado, la Unión Europea creció y el euro sobrevivió, pero el Reino Unido se decantó por el “Brexit”.
Si bien las pandemias del SARS y la gripe aviar nos advirtieron de la COVID-19, pocos podían prever que la inflación alcanzaría el 10% en EE. UU. y el Reino Unido, o el impacto de unos datos mensuales de -20 millones en las nóminas no agrícolas.
Predecir el futuro no es fácil, pero eso no nos impide intentarlo. Cada año, nuestra House View identifica las tendencias y los factores más importantes que podrían influir en el año siguiente (véase House View: Previsiones para 2025).1
Puede que no podamos predecir todos los imprevistos, pero a continuación enumeramos algunos de los aspectos que tener en cuenta en 2025.
Comercio mundial y políticas industriales: una nueva era
El orden del comercio mundial está en plena reestructuración y va mucho más allá de las restricciones comerciales y los aranceles. Este cambio comenzó con la firma del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) durante la presidencia de Barack Obama, con el objetivo de establecer normas y ejercer una influencia colectiva, en gran medida como respuesta a China. Durante el primer mandato del presidente Trump, las tensiones aumentaron drásticamente, como consecuencia de las sanciones selectivas a empresas como Huawei y la imposición de aranceles a una amplia gama de productos.
El orden del comercio mundial está en plena reestructuración y va mucho más allá de las restricciones comerciales y los aranceles
Biden ha mantenido la mayoría de los aranceles, a los que ha añadido restricciones más precisas en los ámbitos tecnológico y militar. Las propuestas de Trump para 2024 podrían agravar aún más la situación, puesto que incluyen aranceles del 60% a las importaciones chinas y un impuesto del 10% a los consumidores estadounidenses que compren productos de otros países. Es probable que se utilicen varios instrumentos jurídicos, como la sección 301 (represalias), la sección 232 (seguridad nacional) y la IEEPA (emergencias). Si bien los plazos, la aplicación y la negociación de dichas propuestas siguen sin estar claros, cualquier medida al respecto podría ser rápida y contundente.
China y Rusia han respondido reforzando sus relaciones y recurriendo al poder blando y duro en sus esferas de influencia. No solo no se han quedado de brazos cruzados, sino que están invirtiendo de forma activa en alianzas, redes comerciales y dominio regional (véase la Figura 1).
A pesar de estas tensiones, la globalización no retrocede, ya que los volúmenes comerciales siguen creciendo, pero cada vez está más fragmentada y polarizada. La electrificación y la inteligencia artificial, grandes consumidoras de energía, acentúan la rivalidad por el cobre, los chips, las baterías y los insumos de las cadenas de suministro. Se están formando bloques comerciales que compiten entre sí, lo que plantea nuevos retos para las empresas y las economías. No exageramos al afirmar que el orden cooperativo y basado en reglas de los últimos 35 años prácticamente ha desaparecido y ha sido sustituido por un sistema más controvertido y fracturado.
Figura 1: China exports to different regions (US$ billion)
Source: Aviva Investors, China General Administration of Customs, Macrobond. Data as of November 2024.
Excepcionalismo estadounidense: un concepto redefinido y reforzado
En su segundo mandato, Trump probablemente replique elementos del primero, pero con algunas diferencias clave. Muchos de los altos cargos propuestos por Trump están vinculados al Proyecto 2025, una iniciativa que pretende contar con expertos preparados para actuar desde el primer día. El objetivo es claro: deconstruir el Estado administrativo y remodelarlo en un marco socialmente conservador y económicamente libertario. Sus partidarios afirman que así se podrían ahorrar billones de dólares en eficiencia a la vez que se elimina la oposición de la burocracia atrincherada.
La nueva Administración ha prometido amplias reducciones fiscales, desde la prórroga de la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos hasta propuestas más ambiciosas, como la eliminación de los impuestos sobre las propinas, los ingresos de la Seguridad Social y los no residentes. Asimismo, está sobre la mesa reducir aún más los tipos del impuesto de sociedades. En conjunto, estas medidas apuntan a una flexibilización fiscal a gran escala, en la que es mucho más probable un déficit del 7% del PIB que del 3%. Junto a los recortes fiscales, las reformas migratorias desempeñarán un papel principal, ya que podrían limitar la oferta de mano de obra y entorpecer el objetivo de la Administración de un crecimiento del PIB del 3%.
Para compensar parcialmente estos recortes fiscales, Trump ha propuesto aumentar los ingresos mediante aranceles, utilizándolos como herramienta fiscal y política para obligar a China, México y otros países a cumplir políticas estadounidenses no relacionadas con esta cuestión (véase la Figura 2). En nuestra opinión, las repercusiones económicas sobre el comercio, la inflación y las cadenas de suministro mundiales superarían con creces sus beneficios fiscales, ya que los impuestos sobre el comercio representarán solo una pequeña parte del total de los ingresos federales.
Es probable que se liberalicen radicalmente los mercados financieros, las criptomonedas y las normas de protección de los consumidores
La agenda de Trump también daría prioridad a la liberalización de sectores clave, con un fuerte énfasis en la promoción de la producción nacional de energía. Aunque es poco probable que se consigan tres millones de barriles diarios adicionales, que es otro de los objetivos propuestos, la producción de combustibles fósiles recibiría un apoyo más firme. El gasto en defensa seguiría aumentando, lo que beneficiaría a los fabricantes estadounidenses y a sus clientes en todo el mundo. También es probable que se liberalicen radicalmente los mercados financieros, las criptomonedas y las normas de protección de los consumidores, lo que reforzaría la postura proempresarial de Trump y aumentaría el atractivo de Estados Unidos para la inversión.
Si bien esta perspectiva trataría de consolidar el excepcionalismo estadounidense, tanto económica como políticamente, también implica una serie de inconvenientes, como el aumento de los déficits, las presiones inflacionarias y las disrupciones comerciales, que podrían exacerbar la volatilidad, mientras que las restricciones a la inmigración podrían perjudicar el crecimiento de la mano de obra. En resumen, las políticas de Trump pueden aumentar la ventaja competitiva de EE. UU., pero también podrían agravar las crisis en un panorama económico mundial ya de por sí fracturado.
Figura 2: Tariffs are a tiny part of total tax revenue (per cent)
Source: Aviva Investors, BEA, Macrobond. Data as of July 2024.
Tipos de interés: la sincronía histórica da paso a la divergencia
Las políticas monetarias sincronizadas están desapareciendo. Después de un periodo de intensa volatilidad inflacionaria por las interrupciones de la cadena de suministro, las crisis de las materias primas y el gasto fiscal derivado de las pandemias, parece que finalmente se están aliviando las presiones. La inflación se ha normalizado, los temores de recesión han disminuido y los bancos centrales de todo el mundo han empezado a bajar los tipos. El debate sobre cuándo cambiaría la tendencia de los tipos de interés ha quedado en gran medida resuelto; ahora, la atención se centra en hasta dónde llegarán y con qué rapidez , y en cuándo pararán.
A pesar de la tendencia a la flexibilización monetaria, los bancos centrales definen cada vez más sus propios caminos
Sin embargo, a pesar de esta tendencia generalizada de flexibilización monetaria, los bancos centrales están definiendo cada vez más sus propios caminos. Las restricciones comerciales, los aranceles y las presiones geopolíticas están provocando impactos económicos desiguales en las distintas regiones, lo que significa que los países responderán de forma diferente a los riesgos localizados (véase la Figura 3). Esta divergencia cada vez mayor marca una brusca ruptura con los ciclos sincronizados observados durante la pandemia y el periodo inmediatamente posterior.
Sin una gran conmoción mundial que reajuste la política monetaria, como un gran colapso económico u otra crisis sistémica, es probable que los bancos centrales se distancien aún más entre sí. En algunas economías, los tipos se reducirán más para estimular el crecimiento, mientras que en otras se mantendrán o se endurecerán para contener la inflación o las crisis externas.
Esta divergencia brinda oportunidades a los inversores, especialmente en los mercados de renta fija y divisas, donde las estrategias de valor relativo pueden prosperar al desvincularse las trayectorias de los tipos de interés. A medida que los bancos centrales toman caminos distintos, los ganadores y los perdedores de los mercados mundiales dependerán cada vez más de las condiciones económicas regionales, la dinámica comercial y los riesgos geopolíticos. En nuestra opinión, hay muchos factores que contribuyen a la fortaleza continuada del dólar estadounidense.
En resumen, la actuación coordinada de los bancos centrales ha desaparecido. Para los mercados, la divergencia de los ciclos monetarios será una cuestión clave en 2025, que ofrecerá tanto retos como oportunidades a quienes puedan adaptarse a este nuevo panorama.
Figura 3: Cumulative change in policy rates (per cent)
Source: Aviva Investors, Macrobond. Data as of December 20, 2024.
Cuestiones geopolíticas: intensificación y distensión de las tensiones
Con el aumento de los conflictos mundiales, observamos un claro contraste con los años posteriores a la Guerra Fría, cuando los riesgos geopolíticos parecían desvanecerse. Ni siquiera el fin de las guerras en Afganistán e Irak ha supuesto un alivio, ya que las invasiones rusas de Ucrania, primero en 2014 y más tarde en 2022, redefinieron la relación entre la guerra y los mercados. La incursión desencadenó sanciones, impagos de bonos, interrupciones en el suministro de materias primas e infligió un sufrimiento económico y humano generalizado, no solo en Ucrania sino en todo el mundo.
La lista actual de temores es larga: Ucrania y Oriente Próximo siguen siendo focos activos de conflicto, pero las tensiones continúan agravándose en otras regiones. El Mar de China Meridional sigue siendo un posible foco de tensión, junto con las disputas fronterizas de la India y el riesgo de que se agraven los conflictos en torno a Taiwán. Mientras tanto, las luchas internas de milicias no estatales en África, Asia y América Latina aportan nuevos niveles de complejidad.
Ucrania y Oriente Próximo siguen siendo focos activos de conflicto, pero las tensiones continúan agravándose en otras regiones
Por otro lado, Irán es un país especialmente vulnerable. Su producción de petróleo, actualmente en torno a los 4 millones de barriles diarios, podría reducirse a los niveles anteriores a la COVID-19, de apenas unos 2,5 millones de barriles diarios, si se intensifican las sanciones o las acciones militares. Aunque la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+) tiene en teoría capacidad para hacer frente a esta reducción, en la práctica los mercados sufrirían importantes interrupciones.
Aunque todavía hay esperanzas de paz o de un alto el fuego en regiones clave, todo indica lo contrario: hemos entrado en una era geopolítica más peligrosa que no tiene trazas de remitir. Hoy en día, los conflictos no son hechos aislados, sino que afectan a los mercados mundiales de formas difíciles de predecir (véase la Figura 4). Históricamente, las guerras han contribuido a los buenos resultados de las materias primas y, en ocasiones, de la renta variable. Sin embargo, la escalada de un conflicto suele generar una gran incertidumbre, especialmente si se interrumpen los flujos de capital, las cadenas de suministro o los recursos críticos.
El aumento de la volatilidad geopolítica podría cuestionar las perspectivas de crecimiento e inflación. Los inversores deben estar preparados para lo inesperado, ya sean crisis del mercado energético, subidas de los precios de las materias primas o interrupciones repentinas del comercio mundial.
Figura 4: Deaths in armed conflicts rising after post-Cold War halcyon period (in thousands)
Source: Aviva Investors, Our World In Data, 2024.2
El auge de la tecnología: IA, energía y red eléctrica
La revolución tecnológica actual, que abarca la inteligencia artificial, la genómica, la energía solar y los vehículos eléctricos, está cogiendo fuerza, pero la amplitud y la velocidad de su impacto siguen siendo cuestiones clave. En anteriores House Views, nos preguntábamos si la adopción de la IA seguiría la pronunciada curva de los smartphones o la más lenta de la computación en nube. Los últimos datos son alentadores: el uso doméstico y empresarial de modelos generativos de IA aumentó en 2024 y no parece que vaya a ralentizarse.
El gasto de capital entre los “hiperescaladores” de IA ha crecido a un ritmo más de dos veces superior al del conjunto de la inversión fija estadounidense
Pese a que los posibles usos de la IA son cada vez más numerosos, su eficiencia a gran escala sigue siendo difícil de alcanzar. Muchas tareas de “conocimiento general” y no lineales siguen estando fuera del alcance de la automatización, lo que limita su impacto económico a gran escala, al menos por ahora. No obstante, la inversión no se ha visto frenada: desde la pandemia, el gasto de capital entre los "hiperescaladores" de IA, es decir, los gigantes tecnológicos que desarrollan la infraestructura, ha crecido a un ritmo más de dos veces superior al del conjunto de la inversión fija estadounidense. Simultáneamente, la producción nacional de ordenadores y productos electrónicos se ha disparado, lo que indica un dinamismo constante (véanse las Figuras 5 y 6).
Sin embargo, el auge de la IA conlleva una enorme demanda de energía. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los centros de datos a gran escala requieren diez veces más energía que los centros tradicionales, y su consumo ya está afectando a las redes locales.3 En Irlanda, por ejemplo, los centros de datos representan ya un sorprendente 21% del consumo total de electricidad.4
Se calcula que la demanda mundial de energía de la IA crece entre un 26% y un 36% anual, lo que plantea cuestiones fundamentales sobre sostenibilidad y seguridad energética.5
En consecuencia, las fuentes de energía alternativas vuelven a estar en el punto de mira. Se prevé que la energía nuclear, considerada durante mucho tiempo una industria en declive, alcance nuevos máximos en 2025. Asimismo, se espera que la energía solar y eólica representen casi el 75% del crecimiento de la producción mundial de electricidad durante el próximo año.6 Esta rápida expansión, sin embargo, conlleva desafíos como la construcción de redes, baterías e infraestructuras para la generación de energía, que requerirán una inversión considerable y un aumento de la demanda de materias primas y componentes clave.
Las repercusiones del auge tecnológico son cada vez más evidentes. La inteligencia artificial puede situarse a la cabeza, pero su éxito depende de que se superen las limitaciones energéticas y los bloqueos de la cadena de suministro. El equilibrio entre la innovación y la preparación de las infraestructuras será fundamental tanto para los inversores como para los responsables políticos a medida que avanza el año 2025.
Figura 5: Las categorías relacionadas con la IA superan a la formación de capital en general
Note: Real Private Investment Index. Rebased January 2020 = 100.
Source: Aviva Investors, BEA, Macrobond. Data as of October 2024.
Figura 6: La producción de bienes tecnológicos crece más que la de otros sectores
Note: Manufacturing production Index. Rebased January 2020 = 100.
Source: Aviva Investors, Federal Reserve, Macrobond. Data as of October 2024.