Las advertencias de que los sistemas naturales están a punto de colapsar no son nuevas, pero ¿cómo responderemos? Combinar lo que sabemos con las tecnologías existentes podría ser una gran oportunidad para repensar nuestro mundo, como explica Nafeez Ahmed.

Lea este artículo para comprender:

  • Los límites naturales que marcan nuestra relación con el planeta
  • Los motivos por los que cambiar nuestra actuación en cinco áreas clave (energía, transporte, alimentos, información y materiales) podría mejorar radicalmente el panorama global
  • La forma en la que las últimas innovaciones no necesariamente son sustituciones individuales, sino que ofrecen margen suficiente para cambiar los sistemas por completo

En la década de los 70, el académico estadounidense Dennis Meadows trabajaba en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, realizando el modelado de sistemas. Su trabajo finalmente lo impulsó a dar un paso adelante con un pensamiento audaz:

“Si las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y el agotamiento de los recursos continúan sin cambios, los límites del crecimiento en este planeta se alcanzarán en algún momento dentro de los próximos 100 años”, escribió.1

Cincuenta años después, el mundo natural afronta una serie de tensiones importantes, pero también contamos con más herramientas a nuestra disposición (en tecnología de la información, generación de energía y biología de precisión) que podemos utilizar.

El Dr. Nafeez Ahmed, director de comunicaciones de investigación global del grupo de expertos RethinkX, cuenta con una de las opiniones más respetadas en torno a los riesgos y las oportunidades que presenta la transformación del sistema. Habló con AIQ para charlar acerca del punto en que nos encontramos y qué debe suceder a continuación para situar a la economía global sobre una base más sostenible. 

Ha hablado acerca de los circuitos de retroalimentación y sobre cómo el colapso de un sistema (alimentos, agua o geopolíticas) podría provocar el respectivo de otro. ¿Podría ahondar en esta idea?

Resulta complicado precisar un único problema. El peligro reside en la sucesión de muchas cosas distintas al mismo tiempo. Eso supera nuestra capacidad institucional de respuesta; estamos empezando a observar cómo se desarrolla.

Pensemos en el desafío climático y el aumento de su gravedad. Ocurren desastres naturales en todo momento, pero la intensidad y la naturaleza simultáneas de los eventos recientes muestran que hay algo atípico. Estas tendencias estaban surgiendo incluso antes de la guerra en Europa, pero ahora se están intensificando. Esto es lo que sucede cuando no se piensa de forma sistémica u holística: acabamos refugiándonos en la manera tradicional de pensar.

¿Dónde encontramos el mayor potencial para un circuito de retroalimentación negativo?

El detalle clave es la conexión entre la disrupción del sistema terrestre y la desestabilización del sistema humano. Cuando suceden eventos en el sistema terrestre que aceleran las crisis, debemos responder. Los camiones de bomberos deben salir a apagar los incendios, lo que supondrá costes. Los políticos deben pensar en eso, pero la realidad es que ciertos sectores asumen riesgos y estamos llevando a cabo labores destructivas.

Existe el riesgo de que nos perdamos en ese enfoque centrado en los síntomas. Si nos enfocamos demasiado en lidiar con los síntomas, nos olvidamos del sistema en conjunto, del panorama general, y entonces somos más vulnerables a la próxima crisis.

¿Cuáles son las áreas clave con potencial para una transformación positiva?

Si observamos los cinco sectores fundamentales de la economía (energía, transporte, alimentos, información y materiales), las tecnologías existentes están pasando por un patrón familiar de reducciones de costes exponenciales y mejoras en la efectividad que históricamente han impulsado una creciente adopción. En estos sectores, las tecnologías genuinamente disruptivas tienen el potencial de resolver muchos de nuestros mayores desafíos.

Estas tecnologías ya existen y avanzan a un ritmo exponencial que ha sorprendido a muchos

La energía, el transporte y los alimentos son sectores clave, ya que representan el 90 % de las emisiones de carbono. En el caso de la energía, pensemos en la solar, la eólica y el uso de baterías (SWB, por sus siglas en inglés); en cuanto a transporte, consideremos los vehículos eléctricos (VE), el potencial de los vehículos autónomos y un nuevo modelo, llamado “transporte como servicio”. En lo que respecta a los alimentos, tenemos la fermentación de precisión, que está impulsando una revolución en las proteínas de origen vegetal. Esto guarda relación con la agricultura celular, extendiendo la revolución a las proteínas de origen animal sin tener que matar animales.

Estas tecnologías ya existen y avanzan a un ritmo exponencial que ha sorprendido a muchos. Los analistas convencionales siempre han fallado a la hora de anticipar la rapidez potencial del cambio y al determinar cómo mejora sin cesar el rendimiento de estas tecnologías.

Estas nuevas tecnologías tampoco van a ser sustituciones equitativas. Por ejemplo, un automóvil no era un caballo más rápido; era algo completamente distinto. Cambió todo por completo. Muchas de estas tecnologías son similares en el sentido de que no serán un poco mejores que las anteriores: cambiarán por completo la forma en que hacemos las cosas.

¿Cuáles son las perspectivas de un acuerdo multilateral para garantizar que se produzca el cambio?

Muchos de los actores más grandes y poderosos del mundo no comprenden el entorno en el que nos encontramos actualmente. Si usamos el marco del ciclo adaptativo identificado en la naturaleza por el ecólogo de sistemas Crawford Holling, la civilización global ha experimentado una etapa de crecimiento, otra de conservación y está pasando a las respectivas de liberación y reorganización. Es un periodo de ruptura e incertidumbre, pero también de oportunidades radicales para innovaciones.

Somos capaces de reconocer el punto de inflexión al que estamos llegando

Las sociedades civilizadas ya han experimentado esto, pero la diferencia es que no lo sabían. Ahora es distinto, por el conocimiento que tenemos y el tipo de conversaciones en curso. Somos capaces de reconocer el punto de inflexión al que estamos llegando.

Con todo, aún no lo hemos alcanzado: hasta que tengamos personas y organizaciones capaces de ver este momento por lo que es –una transformación de fase fundamental– para que puedan sustentar debidamente nuestras elecciones, la cuestión podría avanzar en cualquier dirección.

¿Cómo podemos iniciar conversaciones a través de un enfoque sistémico más holístico? 

De momento, debemos ser conscientes de que la conversación se ha vuelto bastante reduccionista. Incluye plantearse:  “¿Qué seres malvados son los responsables de este desastre?”. Lo que se ha hecho tiene consecuencias terribles para el medioambiente y es difícil de abordar.

Podríamos seguir otra narrativa. Simplemente debemos preguntarnos: “¿Tiene sentido lo que estamos haciendo? ¿Es racional trabajar e invertir así? ¿Están varados estos activos y, por tanto, las inversiones relacionadas colapsarán en los próximos diez años?”. Los sectores actuales deben saber que si los poderosos grupos y Gobiernos las financian, a todos les interesa comprender si sus activos corren el riesgo de quedarse varados.

Cuando entendemos el patrón predecible de las disrupciones tecnológicas a lo largo de la historia, nos damos cuenta de que ciertos sectores se quedarán obsoletos debido a factores económicos en las próximas dos décadas. Este proceso es imparable. No obstante, si se permite que esto suceda sin proteger a las personas, será devastador para todos.

Ha mencionado una falta de autoconocimiento social. ¿Dónde están los puntos ciegos?

Uno de los mayores guarda relación con la falta de comprensión sobre las soluciones tecnológicas que afectan a los sectores fundamentales clave de nuestra economía. El reconocimiento de las disrupciones en la energía, el transporte y los alimentos no es algo generalizado.

La comprensión de la dinámica específica de cómo esas tecnologías afectan a la curva de costes, así como de las relaciones entre dichas curvas y las tasas de adopción, no está extendida.

Debemos entender la disrupción como un impulsor del cambio sistémico. Las disrupciones nunca se limitan a ser sustituciones equitativas

También debemos entender la disrupción como un impulsor del cambio sistémico. Las disrupciones nunca se limitan a ser sustituciones equitativas. Siempre crean nuevos sistemas con nuevas reglas, propiedades y dinámicas. Tan solo reconociendo y reorganizando nuestras sociedades para adaptarnos a estas nuevas dinámicas del sistema podemos estar en condiciones de aprovechar, maximizar y distribuir los beneficios.

En el caso de los vehículos eléctricos, por ejemplo, mucha gente pregunta sobre la escasez de materiales. Una de las ideas que tuvimos es que los vehículos eléctricos no solo serán más baratos, sino que la autonomía reducirá aún más los costes. Los servicios de transporte, a través del modelo de transporte como servicio, serán más económicos que poseer y gestionar un automóvil propio.

Esto podría suceder a través de un sistema de mercado privado. Podría ser algo que los Gobiernos decidan crear como un sistema de transporte público. De cualquier manera, si se adopta masivamente en atención a la trayectoria de costes, el transporte como servicio significará que se necesitará una fracción de los vehículos que actualmente encontramos en circulación. Esto, unido al hecho de que ya no se necesita almacenamiento de batería estacional debido a la capacidad de generación de gran tamaño, cambiará completamente el relato de los requisitos de materiales.

¿Qué hay del sistema financiero?

Un malentendido importante sobre las transformaciones de la energía, el transporte y los alimentos es la suposición de que deben venir impulsadas por el Estado. Si bien el Estado juega un papel importante, los mercados pueden asumir la mayor parte del trabajo. Esto se debe a que las disrupciones tecnológicas clave están en auge por motivos económicos. Conforme sus costes de producción disminuyen exponencialmente, las oportunidades de obtener rentabilidad crecen de la misma forma.

Necesitamos mercados de electricidad libres y justos, y precisamos lo mismo en lo que respecta a los alimentos y el transporte

Estas tecnologías no precisan de subsidios, únicamente requieren apoyo estratégico en áreas específicas con mayor dificultad, como la calefacción residencial. El desafío clave es eliminar las barreras del mercado, como los subsidios para titulares. Necesitamos mercados de electricidad libres y justos, y precisamos lo mismo en lo que respecta a los alimentos y el transporte. Una “Declaración de Derechos de la Energía” que sustente los derechos de las personas a poseer y comercializar electricidad desencadenaría un impulso empresarial.

El sector financiero quiere participar, pero se ve limitado cuando los mercados están sesgados hacia los intereses establecidos, que a menudo distorsionan las percepciones de riesgo y oportunidad. Necesitamos asegurarnos de que los inversores y otras partes interesadas sopesen las cuestiones de forma coherente.

Referencia

  1. Dennis Meadows, et al., “Limits to growth: A report for the club of Rome's project on the predicament of mankind”, 1972

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