La influyente académica habla con AIQ sobre los puntos débiles del pensamiento económico tradicional y cómo su revolucionaria "rosquilla" ofrece un nuevo enfoque para resolver los principales problemas del mundo.
Lea este artículo para comprender:
- El pensamiento detrás de la economía de la rosquilla
- Los problemas del PIB
- Cómo rediseñar las empresas puede promover la sostenibilidad
Cuando estudió economía por primera vez en la Universidad de Oxford, Kate Raworth se sintió frustrada: la materia parecía tener poca relevancia para los retos del mundo real en lo relativo a la pobreza y la destrucción del medioambiente.
Tras años de trabajo en el ámbito del desarrollo internacional, Raworth volvió a la economía decidida a transformarla. Para ilustrar sus ideas, hizo un dibujo parecido a una rosquilla: un par de círculos concéntricos que representaban objetivos sociales y medioambientales. Entre los anillos, quedaba un "espacio seguro y justo" donde la humanidad podría prosperar respetando los derechos humanos y las limitaciones medioambientales del planeta (véase la figura 1). Así nació el fenómeno de la economía de la rosquilla.
Figura 1: La rosquilla de los límites sociales y planetarios
Fuente: Doughnut Economics Action Lab, septiembre de 2022
Las ideas de Raworth, desarrolladas en un informe en 2012 y, posteriormente, en un libro de gran éxito1 , han demostrado ser enormemente influyentes. En colaboración con el Doughnut Economics Action Lab (DEAL) de Raworth, la ciudad de Ámsterdam se ha comprometido a incluir a todos sus habitantes dentro de la rosquilla y lograr una economía completamente circular para 2050. Otras ciudades de Europa, Estados Unidos y Nueva Zelanda han establecido objetivos similares2.
Raworth, que ahora trabaja en el Instituto de Cambio Medioambiental (Environmental Change Institute) de la Universidad de Oxford y es catedrática en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ámsterdam, afirma que es necesario seguir avanzando para que el mundo tome una senda más sostenible.
La economía de la rosquilla sostiene que las economías no deberían centrarse en el crecimiento del PIB, sino en el espacio seguro y justo comprendido entre los anillos de la rosquilla. ¿Cuáles son los principales inconvenientes del PIB y cómo puede la rosquilla ayudarnos a superarlos?
El PIB es una métrica completamente monetaria; simplemente refleja el precio asignado a los bienes y servicios producidos en una economía en un año. Sin embargo, no indica lo que realmente se necesita para que la humanidad prospere en este planeta en el siglo XXI. El PIB no refleja el trabajo del cuidado del hogar ni otros trabajos no remunerados, e ignora aquello que se destruye para producir bienes que se venden posteriormente. Por ejemplo, indica el precio de la madera, pero no el valor del bosque que se ha perdido.
Con demasiada frecuencia, la economía parte de la oferta y la demanda del mercado. De este modo, todo gira en torno a los precios, y el éxito se determina en función del aumento del valor de los bienes comprados y vendidos.
Por el contrario, la economía de la rosquilla parte de los sistemas de soporte vital de nuestro planeta y el bienestar de cada persona. Al tener en cuenta los indicadores sociales y naturales fundamentales de la vida, la economía de la rosquilla se pregunta cómo podemos diseñar una estrategia económica compatible con la satisfacción de las necesidades de todas las personas, según las posibilidades de nuestro planeta. La idea de que un PIB en constante crecimiento va a satisfacer esas necesidades, dentro de esas limitaciones, es una falacia. Por lo tanto, ha llegado el momento de sustituir el PIB en el ámbito de la creación de políticas por un conjunto de indicadores sociales y naturales que reflejen mucho mejor los aspectos esenciales de una economía próspera.
¿Cómo puede el pensamiento sistémico ayudar a resolver los principales problemas de nuestro tiempo (el cambio climático, la desigualdad social o las crisis financieras)?
Gracias al pensamiento sistémico, ahora tenemos mucha más información sobre los peligros de los puntos de inflexión en los sistemas climáticos y ecológicos del planeta. Ahora bien, dado que la educación de la generación de responsables políticos actual no incluía el pensamiento sistémico, este no se suele trasladar a la política ni a la práctica. En el tira y afloja diario de la política y los acontecimientos, es todo un reto conseguir que los medios de comunicación, el público en general y los políticos respondan con rapidez a los efectos climáticos irreversibles de los puntos de inflexión que estamos a punto de provocar3.
Muchos sistemas sociales están dominados por circuitos de retroalimentación que se refuerzan.
Este problema también se plantea a la hora de abordar las desigualdades sociales. Ha quedado claro que muchos sistemas sociales están dominados por circuitos de retroalimentación que se refuerzan. Cuanto más se tiene, más se obtiene, ya sea en términos de privilegios, ingresos, oportunidades o redes; y este tipo de retroalimentación reforzada tiende a acrecentar las desigualdades sociales. En este sentido, los Gobiernos deben adoptar un enfoque sistémico para diseñar políticas que sirvan para reequilibrar esta dinámica e intervenir eficazmente.
Además, es necesario un mayor pensamiento sistémico en las finanzas. Responsables políticos como Gordon Brown y Ben Bernanke admitieron que pensaban que las economías habían entrado en una etapa de "gran moderación" antes de 2008. Ni ellos ni otros reguladores vieron riesgos significativos en ningún banco concreto, pero más tarde se dieron cuenta de que el problema era que no estaban observando las relaciones de riesgo entre los bancos. La crisis financiera resultante propició un mayor reconocimiento del trabajo de Hyman Minsky e introdujo el pensamiento sistémico en el centro de la regulación financiera, gracias a analistas como Andy Haldane, del Banco de Inglaterra. Con todo, el sistema financiero aún no se ha reformado lo suficiente.
¿Cómo se pueden estructurar las empresas para favorecer un sistema económico distributivo y regenerativo?
No hay una única solución. Necesitamos formas alternativas de diseño empresarial que atraigan financiación alineada con el propósito de la empresa y al servicio de la misma, en lugar de alterarla, obstaculizarla y debilitarla, ya sea a través de la propiedad responsable, la propiedad de los empleados, la propiedad cooperativa u otros modelos.
Los diseños empresariales que necesita la economía del siglo XXI apenas han comenzado a inventarse.
El objetivo es contar con un ecosistema de diseño empresarial, que incluya una serie de tipos de estructuras empresariales diferentes, apropiadas para distintos tipos de empresas. El DEAL trabaja actualmente con organizaciones como Purpose Economy, que apoyan a las personas interesadas en crear empresas de propiedad responsable4. Asimismo, en EE. UU. muchas empresas que son propiedad de sus fundadores pronto se enfrentarán a la jubilación de sus directores generales, lo que ha hecho surgir el movimiento Fifty By Fifty. Esta propuesta pretende trabajar de manera conjunta con tales empresas para aumentar el número de empleados propietarios en el país de diez millones a cincuenta millones en 20505. En nuestra opinión, iniciativas como estas demuestran que los diseños empresariales que necesita la economía del siglo XXI apenas han comenzado a inventarse. Será necesario innovar en las finanzas para conseguirlo.
La guerra entre Ucrania y Rusia ha puesto de manifiesto la fragilidad de las cadenas de suministro mundiales y las limitaciones de nuestra continua dependencia de los combustibles fósiles. ¿Qué posibilidades hay de que estos choques sean los catalizadores de un cambio positivo a largo plazo?
La crisis energética a la que se enfrentan muchos países supone claramente un motivo de estrés y un perjuicio a corto plazo para los hogares y las empresas. Según las palabras del economista Milton Friedman: "Solo una crisis –real o percibida– da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente".
Los países con visión de futuro acelerarán el proceso para conseguir la independencia de los combustibles fósiles.
Ante esta crisis, los países con visión de futuro acelerarán el proceso para conseguir la independencia de los combustibles fósiles e invertirán con más rapidez en energías renovables y en la reducción de la demanda energética, por ejemplo, mediante el aislamiento. Este camino tiene sentido tanto actualmente como a largo plazo. Sin embargo, otros países optarán simplemente por aumentar la producción de combustibles fósiles. El nuevo Gobierno del Reino Unido, por ejemplo, ha señalado su intención de reiniciar la fracturación hidráulica y descubrir nuevos yacimientos de petróleo y gas en el Mar del Norte, ignorando la situación de emergencia climática y el hecho de que, en un mercado global, la producción adicional de gas del Reino Unido no va a resultar en una bajada de precios para los consumidores británicos. Estoy muy preocupada por el rumbo que está tomando el Reino Unido: una vez más, es incapaz de ver y responder a los grandes desafíos sistémicos.
Es evidente que los países con rentas altas tienen la gran responsabilidad de ser los primeros y los más rápidos en actuar contra el cambio climático. Una crisis como esta debe servir para multiplicar las inversiones en materia de transición energética, no para volver a la producción de combustibles fósiles obsoletos. Ese camino sería devastador para todos.